MUSIQUITA

jueves, 4 de noviembre de 2010

Caminando en la noche...

Y pues si. Hay veces que caminar en la noche y no pensar en nada puede terminar en sorpresas. Romper visiones, porque son esas visiones no resultado de la imaginación producida por la sensación de pensar en algo posible sino esas que genera algo lejano, intocable y egoísta que nos sesga la mirada, nos da como un bofetadón cada que se le antoja. Eso que se ve en un elemento sumamente abstracto que nos habla, nos convence de lo que no podemos ver. Ese elemento creído y lleno de mentiras que se da el lujo de alcanzarnos como si fuera la misma muerte. Escuchar, pensar y actuar en función de otros, eso es lo que hacen!!! Y lo hacen muy bien. Sin embargo, a pesar de eso, sigo caminando queriendo olvidar, queriendo no recordar, como si fuera un propósito en la vida, una misión. La mirada entonces se me sesga nuevamente ya no solo por un sonido mal sintonizado o una voz alarmista. La mirada se va entre figuras difusas entre la noche que de repente llaman la atención, todos se miran, todos nos miramos, todos los miramos. Ellos corren con urgencia tratando de atraer la atención, una atención conciente que no tenga prejuicios ni salvedades por la forma, el lugar o el motivo.

No me puedo acercar a ellos. Es un ente nuevamente intocable y lejano. Es un ente cierto, un ente que siente y deja sentir, a ellos que no les da miedo pasar el manto cegador de los medios y la tergiversación con la cual son atacados. A ellos les puede mas las ganas de actuar, de pensar y discutir, de pensar en otros. Eso hace valioso lo que nosotros no somos capaces de entender, pensar en los otros. Sin embargo vuelvo a los pensamientos adormilados de no querer pensar, los veo, los escucho y de repente vuelvo a pensar que piensan ellos.

Desde la barrera se ve todo muy seguro, allá nuevamente lejano. No se puede crecer si no se esta de los dos lados, si nosotros mismos no nos lo permitimos. La sed de justicia y amor no puede dejarme no pensar, eso me conduce a una fatigable discusión en la que la conclusión definitivamente es rebelarme. Rebelarme o no pensar. A ellos quisiera preguntarles lo que ya sé, ver más allá de lo que veo no es solo lo que hay por fuera, bajo el trapo, ese trapo misterioso. Me sentía dando vueltas alrededor de un objeto que no puedo tocar pero quisiera cargar, así que asumo entenderlo, entregarme y pelear. De repente, casi por arte de magia, ese sufrimiento y cansancio mental, ese peso del corazón lo canalizo con energía, sentirse vivo es volar entre las ideas, los argumentos, los hechos. Es volar sobre la historia que encadena lo que hoy me emociona, es volar sobre lo que nos enoja y caer sobre ella sofocándole, desapareciéndole. Ahora me pregunto que será de mis amigos iguales que veo en la barrera, esos que como yo discuten en medio de la noche y ese frío encogedor, y que tal vez se debaten entre seguir o no seguir y bajo qué razón. Me angustia pensar en esos que no piensan, en esos que nuevamente, como si la misión fuera olvidar, siguen de largo sin notar que las lágrimas, la sonrisa, el enojo, el sonido del corazón oculto bajo otro color de piel los llaman para que desde donde estén se sientan vivos como los que sufren, como los que luchan!

Antes caminaba entre la noche buscado una salida, ahora me permito con toda la alegría mostrar salidas a esos caminantes que sorprendidos se encuentran conmigo, esa Rosa, la Rosa que nadie sabe quién es pero que si saben para donde va.

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